Diversas miradas al desarrollo humano integral (DHI).
Por: Pbro. Felipe José Luna Cijanes, director ejecutivo CDPBM.
De acuerdo a Luna, Amar & Martínez, (2012), el concepto de desarrollo, en su proceso de construcción, ha tomado muchas connotaciones. Por un lado, contiene un fundamento ideológico arraigado en la concepción antropológica subyacente al concepto. Incluye también un abordaje epistemológico manifiesto en sus distintas acepciones y, finalmente, un componente normativo y político presente en las formas operativas en las que se ha traducido en los últimos 60 años. Desde el punto de vista antropológico la noción de desarrollo aparece ligada al proceso evolutivo de cambios que ocurren en el hombre desde su concepción hasta su muerte, siguiendo un orden a lo largo del tiempo. En el plano normativo, por su parte, el desarrollo ha sido uno de los temas más trascendentes desde el siglo XX, debido a que constituyó la justificación de las políticas en múltiples países tras el fin de la Segunda Guerra Mundial En su abordaje de lo normativo, el concepto de desarrollo ha sido utilizado con frecuencia por los gobiernos para señalar una “meta” de perfeccionamiento de la acción social en general.
Desde los inicios de la discusión sobre el desarrollo, se manifestó un énfasis en la dimensión económica, buscando lograr por esta vía la superación de una problemática que azotaba al mundo, la pobreza. La búsqueda de respuestas para estas problemáticas llevó a que el concepto de desarrollo y su operacionalización se institucionalizaran en manos de la ciencia y de la política. El concepto de desarrollo se ha ido complejizando de manera que se ha propuesto un enfoque integral; es decir, que no se centre en un solo aspecto, sino que tenga en consideración al ser humano como poseedor de múltiples dimensiones. Desde la década de los noventa, con el primer Informe de Desarrollo Humano (IDH), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, plantea un nuevo enfoque de desarrollo humano, basado en las propuestas e ideas de Amartya Sen, quien lo presenta como una ampliación de las capacidades y libertades individuales. Desde esta perspectiva el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los Estados represivos (Sen, 2000).
Según Amar y Abello, el desarrollo humano es la realización del potencial biológico, social y cultural de las personas (Amar & Abello, 2006). Por lo tanto, el ser humano es el principal actor de su desarrollo, el cual se produce mediante una construcción permanente, en interacción con otras personas, en la búsqueda del perfeccionamiento de sus potencialidades. Para Manfred Max Neef el concepto de Desarrollo a Escala Humana – DEH- plantea tres postulados fundamentales (Max-Neef, 1993): 1) El desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. 2) Se distingue entre necesidades y satisfactores. 3) La pobreza, no se entiende referida al nivel de ingresos sino las necesidades no satisfechas. Por tanto, para el DEH es fundamental la satisfacción de las necesidades humanas y alcanzar el bienestar (Alkire, 2002).
De acuerdo a Luna, Amar & Martínez, (2012), el concepto de desarrollo, en su proceso de construcción, ha tomado muchas connotaciones. Por un lado, contiene un fundamento ideológico arraigado en la concepción antropológica subyacente al concepto. Incluye también un abordaje epistemológico manifiesto en sus distintas acepciones y, finalmente, un componente normativo y político presente en las formas operativas en las que se ha traducido en los últimos 60 años. Desde el punto de vista antropológico la noción de desarrollo aparece ligada al proceso evolutivo de cambios que ocurren en el hombre desde su concepción hasta su muerte, siguiendo un orden a lo largo del tiempo. En el plano normativo, por su parte, el desarrollo ha sido uno de los temas más trascendentes desde el siglo XX, debido a que constituyó la justificación de las políticas en múltiples países tras el fin de la Segunda Guerra Mundial En su abordaje de lo normativo, el concepto de desarrollo ha sido utilizado con frecuencia por los gobiernos para señalar una “meta” de perfeccionamiento de la acción social en general.
Desde los inicios de la discusión sobre el desarrollo, se manifestó un énfasis en la dimensión económica, buscando lograr por esta vía la superación de una problemática que azotaba al mundo, la pobreza. La búsqueda de respuestas para estas problemáticas llevó a que el concepto de desarrollo y su operacionalización se institucionalizaran en manos de la ciencia y de la política. El concepto de desarrollo se ha ido complejizando de manera que se ha propuesto un enfoque integral; es decir, que no se centre en un solo aspecto, sino que tenga en consideración al ser humano como poseedor de múltiples dimensiones. Desde la década de los noventa, con el primer Informe de Desarrollo Humano (IDH), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD, plantea un nuevo enfoque de desarrollo humano, basado en las propuestas e ideas de Amartya Sen, quien lo presenta como una ampliación de las capacidades y libertades individuales. Desde esta perspectiva el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad: la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los Estados represivos (Sen, 2000).
Según Amar y Abello, el desarrollo humano es la realización del potencial biológico, social y cultural de las personas (Amar & Abello, 2006). Por lo tanto, el ser humano es el principal actor de su desarrollo, el cual se produce mediante una construcción permanente, en interacción con otras personas, en la búsqueda del perfeccionamiento de sus potencialidades. Para Manfred Max Neef el concepto de Desarrollo a Escala Humana – DEH- plantea tres postulados fundamentales (Max-Neef, 1993): 1) El desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. 2) Se distingue entre necesidades y satisfactores. 3) La pobreza, no se entiende referida al nivel de ingresos sino las necesidades no satisfechas. Por tanto, para el DEH es fundamental la satisfacción de las necesidades humanas y alcanzar el bienestar (Alkire, 2002).